martes, 26 de enero de 2010

Bauhaus y el nazismo

Hola: les traigo un texto de Página 12 que puede interesarles.Se llama Una Bauhaus para la SS y apareció el 23 de enero de 2010 en el suplemento M2.

Por Sergio Kiernan

El Museo de Arte Moderno de Nueva York cerró el año con una gran exposición sobre la Bauhaus, el tan influyente y tan poco entendido movimiento modernista alemán que tuvo catorce años de gloria antes de caer ante Hitler. La exhibición del MoMA es un esfuerzo para poner en contexto a la Bauhaus, que fue parte de esa tormenta cultural y política que recordamos como la Alemania de Weimar. Es por eso que las piezas del movimiento –escenografías teatrales, vitrales, muebles, fotografías, planos, maquetas, textiles y estructuras vidriadas– son acompañadas por más de 400 obras de artistas como Paul Klee, Vassily Kandinsky, Marcel Breuer, Laszlo Moholy-Nagy, que compartían un mundo con los arquitectos en sí.

Lo notable de la Bauhaus es que su trayectoria fue breve como una cañita voladora, pero de una influencia realmente internacional. La escuela fue fundada en 1919 en Weimar, la capital alemana de posguerra. El país acababa de perder la Primera Guerra Mundial, la monarquía había caído, la república era acosada por extremistas de todo tipo y abrumada por la primera hiperinflación (la segunda llevaría a los nazis al poder). La escuela-taller creó rápidamente varias sedes, hizo famoso a su director Walter Gropius y diseminó un estilo modernista de ideas profundamente artísticas. La Bauhaus sigue viviendo tanto en los rascacielos corporativos como en las interminables filas de monoblocks de vivienda popular del mundo entero, una especialidad de la casa.

En 1933, Adolf Hitler llegó a la suma del poder y Gropius cerró la última escuela que quedaba, la de Berlín. La impresión general es que el grupo se dispersó en el exilio, excepto por algunos de sus miembros judíos que no pudieron escapar a tiempo. Pero otra exhibición, inaugurada en julio pasado en Weimar, revela que la historia fue mucho más complicada.

Resulta que los nazis no eran tan reacios a la arquitectura moderna como parece, particularmente recordando los bodrios grandilocuentes de Albert Speer, el arquitecto privado del Führer. Varios miembros de la Bauhaus no fueron arrestados, otros pasaron del campo de concentración al estudio y otros no fueron nunca molestados y siguieron trabajando como si nada. La muestra se concentra en la obra de Franz Ehrlich, alumno de Klee, Moholy–Nagy, Kandinsky y Josef Albers, cuya historia fue rastreada por los curadores de la muestra y se destaca nada más que porque los archivos conservaron buena parte de sus obras.

Ehrlich era comunista y fue arrestado a los dos años del régimen nazi, en 1935. Después de dos años de palizas y maltratos en Spandau, fue enviado al flamante campo de prisioneros de Buchenwald, que consistía en unos pocos edificios provisorios rodeados por una alambrada y se especializaba en casos políticos. Ehrlich fue inmediatamente asignado a uno de los grupos de trabajos forzados que limpiaban el terreno y cavaban, pero a las dos semanas se mandó una caradurez completa: se presentó en el taller de carpintería, dijo que era arquitecto –había sido asistente en la oficina de Gropius en Berlín– y se puso a dibujar. Cuando el encargado del taller vio que sabía dibujar en serio, lo puso a diseñar la nueva entrada del campo de concentración.

El lugar sigue ahí, íntegro y transformado en un museo doloroso. Los visitantes que saben de arquitectura sienten una incomodidad singular al ver las grandes puertas de hierro sostenidas por columnas de piedra rústica: el estilo es puro Bauhaus. En el medio de las rejas se ve una inscripción en letras martilladas, Jedem das seine, que se puede traducir como “A cada uno lo suyo” y es una adaptación de una frase latina de uso legal. El sentido original indica que cada uno es dueño de sus derechos, que no pueden ser retirados. El uso nazi es tan irónico y sórdido como el “El trabajo libera” que todavía campea sobre Auschwitz. Ehrlich diseñó el cartel en el estilo sans serif que había aprendido con el diseñador de la Bauhaus, Joost Schmidt.

El encargo le cambió la vida. Pronto era un prisionero privilegiado y el comandante del campo le encargaba los muebles para su vivienda. La empresa constructora que tenía el contrato para expandir el campo de Buchenwald lo hizo su diseñador en jefe y en 1939, cuando le conmutaron la pena –algo rarísimo para un comunista–, le ofreció el mismo trabajo, pero con un muy buen sueldo. Ehrlich aceptó y hasta se casó con su prometida, que lo esperaba desde su arresto en 1935.

Como después de todo era un ex prisionero y su lealtad política era dudosa, a Ehrlich no lo dejaron trabajar en las instalaciones sensibles, como la cámara de torturas, la “clínica” para experimentos médicos, el depósito subterráneo de cadáveres y el crematorio. El diseñador creó el master plan para la expansión de Buchenwald, un zoológico para animales alemanes –ciervos y jabalíes, separados de los hambrientos prisioneros por una alta alambrada–, dormitorios para presos y una fábrica de municiones donde trabajaban. También se dedicó a los edificios recreativos para los SS a cargo del campo, con un casino, comedores, un chalet para cuidar halcones de caza y muchas, muchas viviendas. Entre ellas, la de la ilustración, que muestra su diseño para la casa del comandante del campo, en estilo alemán tradicional, pero con una esvástica integrada y muebles de diseño modernista.

En 1941, Ehrlich fue trasladado a Berlín, siguió produciendo diseños para Buchenwald y, como si ya fuera un especialista, le encargaron la expansión del campo de Sachsenhausen. Entre otras cosas, el proyecto incluía una casa para recibir a Hermann Goering, el jefe de la fuerza aérea y un bon vivant. Los dibujos sobrevivientes muestran que Ehrlich siguió diseñando en un estilo campestre y decimonónico, folklóricamente alemán, pero con todo tipo de accesorios claramente de la Bauhaus, como relojes, mobiliario y los equipamientos de sus baños.

Ehrlich murió en 1984 después de una larga carrera como arquitecto en Alemania del Este, siempre afirmando vagamente que su posición le había permitido “ayudar” a otros prisioneros, pero no “combatir” al régimen. Estas explicaciones eran aceptadas y a nadie se le había ocurrido investigar en serio qué hicieron los más de 1300 alumnos y profesionales que pasaron por la Bauhaus. Se conocían algunos casos extremos, como el de Fritz Erl, que se hizo Waffen SS y terminó diseñando las cámaras de gas y los crematorios de Auschwitz. Erl y su socio, Walter Dejaco, fueron juzgados en 1972 como cómplices en un exterminio, pero juraron que no sabían para qué se iban a usar sus diseños y fueron exonerados. Otro caso fue el del brillante diseñador gráfico Herbert Bayer, creador de los famosos posters de la Bauhaus y, mucho más tarde, de los de muchas marcas comerciales en EE.UU., que también fue autor de buena parte de la estética comunicacional del Partido Nazi antes de la guerra.

Este lado de la historia quedó oculto por el brillo de los exiliados y la memoria de los muertos en los campos de concentración, como el diseñador textil Otti Berger, el pintor Friedl Dicker-Brandeis y la diseñadora de metales Lotte Mentzel.




domingo, 24 de enero de 2010

Deseada devolución de bienes culturales Polémica

Hola:
una nota de La Nación que puede servirles al hablar de arqueología, museos donde se encuentran las obras, restos arqueológicos o fósiles etc. Buena Suerte Patrimonio y política

Bienes culturales en disputa

Objeto de arduas negociaciones diplomáticas y acciones legales, se multiplican en el mundo los reclamos de restitución del patrimonio cultural que fue botín de guerra de las potencias coloniales y hoy es exhibido en los grandes museos occidentales
Luisa Corradini
Corresponsal en Francia

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Domingo 24 de enero de 2010 | Publicado en edición impresa

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Bienes culturales en disputaLos frisos del Partenón, saqueados por Lord Elgin y llevados a Inglaterra. Foto: FOTOS: CORBIS, GASPA/FLICKR/CC, IESSI/FLICKR/CC2.0

PARIS

A su regreso de Estados Unidos en 2008, la emperatriz romana Vibia Sabina recibió a los visitantes en la entrada de la galería Alessandro VII, en el primer piso del palacio del Quirinal. Durante tres meses, la célebre esposa de Adriano y sobrina de Trajano permaneció allí, hierática, para festejar su regreso a Italia tras una ausencia forzada de casi 30 años.

A pesar de sus 2,04 metros de altura y sus 1200 kilos de peso, la estatua de Vibia Sabina había sido arrancada clandestinamente del sitio de Tívoli, donde se encuentra la mansión de Adriano, para terminar transformándose -al término de un complicado circuito entre traficantes, cómplices y encubridores- en una de las piezas más prestigiosas del Museum of Fine Arts, de Boston.

La escultura de mármol blanco de Vibia Sabina es la más imponente de las 68 obras de arte de la Antigüedad que fueron restituidas a Italia en 2008, al cabo de una épica batalla jurídica, por cuatro museos estadounidenses que las habían adquirido ilegalmente: el de Boston, el Getty de Los Angeles, el Metropolitan de Nueva York y el Princeton.

Para poner de relieve ese triunfo, las autoridades culturales italianas organizaron esa exposición en la sede de la presidencia, donde -al igual que Vibia Sabina- todos los objetos expuestos habían sido robados. Allí también estaba el vaso de Eufronio, pillado en una tumba etrusca y devuelto por le Metropolitan Museum of Art, de Nueva York, que lo tenía desde 1972.

Pero no todos los países tienen la suerte de Italia. Gran parte de los tesoros artísticos o etnológicos de las naciones en desarrollo e incluso de potencias emergentes, como China e India, siguen en museos europeos o estadounidenses. Un porcentaje considerable fue robado, expoliado y -es verdad- algunas veces comprado por las ex potencias coloniales. En ese sentido, Africa representa uno de los casos más dramáticos: 95% de su patrimonio cultural está fuera del continente.

Después de años de reclamaciones y solicitudes en vano, la exigencia de restitución por parte de los países de origen se hace cada vez más imperiosa.

Egipto, por ejemplo, pide la devolución de su piedra Roseta al British Museum. Esa extraordinaria reliquia en granodiorita, de 1,12 metros de alto por 76 cm de ancho y 28 cm de espesor, fue hallada por un oficial francés en una antigua fortaleza turca cerca de la ciudad de El-Rashid (Roseta), en el delta del Nilo. Tras la capitulación de las tropas de Bonaparte en 1801, los británicos se apropiaron de la estela. Pero Francia estudiaba desde 1800 una réplica de esa piedra, grabada en su cara principal en griego, en demótico (cursiva) egipcio y en jeroglíficos. Veinte años después, Champollion consiguió descifrar el conjunto y poner fin al misterio de los dibujos que cubren los monumentos faraónicos. El original de la piedra Roseta está expuesto desde entonces en Londres.

Los egipcios también exigen -hasta ahora en vano- el retorno del busto de Nefertiti al Museo de Berlín. La bellísima escultura policroma de la reina egipcia está en Alemania desde 1913, tras haber sido descubierta por el arqueólogo alemán Ludwig Borchardt durante las excavaciones en Tell el-Amarna.

El hipermediático secretario general del Consejo de Antigüedades Egipcias, Zahia Hawass, quiere que Nefertiti sea, al menos, prestada por tres meses a Egipto en 2012 para la inauguración del nuevo Museo de Giza. Pero nada es menos seguro. El Museo de Berlín pretexta que los análisis realizados en 2007 pusieron en evidencia la fragilidad "irrefutable" de esa obra de arte: en vez de ser de piedra calcárea pintada, como se creía, Nefertiti estaría constituida por un núcleo de esa materia, recubierto de capas de yeso que, en caso de golpe o de cambio de temperatura, podrían desolidarizarse y caer. Una "catástrofe" en la cual las autoridades culturales alemanas no osan "ni siquiera pensar".

Egipto reclama igualmente la restitución del zodíaco de Dendera al Museo del Louvre, que lo conserva desde 1821. Se trata de un planisferio que representa el cielo estrellado en proyección plana con las 12 constelaciones del zodíaco. Era utilizado en el calendario egipcio, basado en ciclos lunares de unos 30 días. Esa representación de un zodíaco circular era única en Egipto y estaba colocada en el cielorraso de una capilla dedicada a Osiris en Dendera, cuando fue arrebatada por el general francés Louis Charles Antoine Desaix.

Cada vez más reclamos

Grecia, por su parte, libra desde 1983 una lucha sin cuartel para recuperar los frisos del Partenón, mutilados y pillados en 1802 por Lord Elgin y expuestos desde entonces en el Museo Británico. A pesar de la mediación de la Unesco, desde que el 20 de junio pasado se inauguró el nuevo Museo de la Acrópolis, en Atenas, la sala reservada a esos famosos fragmentos sigue obstinadamente vacía. Gran Bretaña ha propuesto prestar algunas de esas piezas, a condición de que los griegos reconozcan la propiedad del Reino Unido. Una concesión imposible para las autoridades helénicas, que consideran esa restitución como una auténtica causa nacional.

A esos casos emblemáticos se agregan varios centenares más. Desde 1987, la Unesco media en el litigio que enfrenta a Turquía con el Museo de Berlín. Los turcos reclaman la Esfinge de Bogazkoy, una escultura hallada en el sitio de la antigua capital del imperio hitita.

Tanzania es otro país que acudió a la Unesco en 2006 para reclamar una máscara ritual en poder del gran coleccionista suizo de artes primeras Jean-Paul Barbier-Mueller. Por el momento, sin ningún resultado.

Esos reclamos, que no cesan de aumentar, revisten las formas más variadas.

Turquía, por ejemplo, ha decidido pedir a Italia que le devuelva la osamenta de San Nicolás, expuesta desde principios del segundo milenio en la basílica de Bari (sur de Italia) que lleva su nombre. San Nicolás, natural de la actual Demre (sur de Turquía) es, según la tradición, el inspirador de la figura de Papá Noel.

"Esos huesos deben ser expuestos aquí y no en una ciudad de piratas", declaró hace poco el ministro turco de Cultura, Ertugrul Günay.

A veces, algunas de esas exigencias son satisfechas. En 2009, Italia restituyó a Bulgaria 3000 objetos romanos y bizantinos pillados en excavaciones clandestinas. Perú devolvió a Irak tres tabletas con escritura cuneiforme de origen mesopotámico, recuperadas en 2003 en el aeropuerto de Lima. Suiza entregó al Líbano una cabeza de mármol del siglo III a. C., robada en 181. En marzo pasado, Francia restituyó a Israel unos 40 relojes antiguos por un valor de diez millones de dólares, que habían sido robados al Museo de Artes Islámicas de Jerusalén en 1983. Ese mismo mes, Grecia devolvió a Italia dos frescos del siglo XIII, sustraídos en 1982 de una iglesia de Caserta. Holanda aceptó devolver a Ghana la cabeza de Badu Bonsu II, un rey probablemente ejecutado por las tropas holandesas en los años 1830.

Diplomacia e intereses políticos

En la mayoría de esos casos, las decisiones respondieron a intereses políticos.

A mediados de diciembre, Francia restituyó a Egipto cinco frescos faraónicos conservados en el Louvre y reclamados por El Cairo. Compradas "de buena fe" por el Louvre en una sala de subastas de París, a comienzos de los años 2000, esas pinturas murales habían sido robadas en Luxor, hace más de 30 años, en una tumba de la XVIII dinastía.

Detrás de cada antigüedad recuperada por Egipto está la mano de Zahi Hawas.

La última pulseada entre el célebre museo francés y Hawas -que llegó a "cortar relaciones diplomáticas con el Louvre"- concluyó con una decisión política del presidente Nicolas Sarkozy, que necesita la colaboración del presidente egipcio, Hosni Moubarak, para hacer progresar sus proyectos estratégicos en la región del Mediterráneo.

"Fue una victoria por KO", se ufanó Hawas. "Humillar al Louvre, ponerlo de rodillas y manchar su reputación con un perfume de escándalo servirá de ejemplo y pondrá al resto a reflexionar", argumentó.

A fin de proteger los sitios arqueológicos del pillaje, la mayoría de los países ha adoptado legislaciones que prohíben la exportación de bienes culturales. Desde hace años está jurídicamente establecido que, cuando una de esas obras deja su territorio de origen, es objeto de un "tráfico ilícito".

Desde 1970, una convención de la Unesco define las medidas necesarias para prohibir e impedir la importación, exportación y transferencia de propiedad ilícita de bienes culturales. Hasta este momento, cien países se han comprometido a respetar ese documento que marca la frontera entre lo que se puede y no se puede reclamar.

En 1980, la organización creó un comité intergubernamental de 22 miembros, encargado de "promover el retorno de bienes culturales a sus países de origen o su restitución en caso de apropiación ilegal".

Sin embargo, hacerlas regresar no es tan fácil. Cada caso es particular y argumentos legales no faltan. Los grandes museos, por su parte, se han dotado de reglamentaciones que los ponen al abrigo de numerosas de esas exigencias.

Ante el flujo cada vez mayor de reclamos, los museos de Europa y de Estados Unidos emitieron en 2002 una declaración conjunta estipulando que los objetos adquiridos en épocas remotas deben ser evaluados teniendo en cuenta los hábitos y las apreciaciones relativas a la coyuntura histórica. En otras palabras, hay que distinguir entre el robo y el tráfico ilícito, por un lado, y las demandas de restitución de piezas que son fruto del botín de guerra, el saqueo colonial o las compras dudosas a lo largo de los siglos.

"La restitución de una obra de arte es obligatoria únicamente cuando se trata de un robo caracterizado, sancionado por el derecho penal. La devolución sistemática de todo bien cultural tendría consecuencias nefastas", precisa Jean-Paul Chazal, abogado especialista en restitución de obras de arte. "Los museos, por ejemplo, dejarían de ser universales. Es innegable que el patrimonio de los grandes países occidentales también está constituido por la cultura de los otros", señala.

Además de esas distinciones, hay quienes consideran que hay dos categorías de bienes culturales: las obras móviles (pinturas, muebles, etc.) y los vestigios provenientes de monumentos. "Los primeros estuvieron siempre destinados al intercambio. Como la cerámica china que es, por definición, un producto de intercambio. Si esas obras han sido adquiridas legalmente, no veo por qué representarían ahora un problema", precisa Jean-Paul Desroches, conservador general del Museo Guimet de París.

A juicio de Desroches, no se puede decir lo mismo cuando se trata de vestigios o partes de monumentos: "Esto significa que se lo ha mutilado, afectando la coherencia de un conjunto", explica.

Como en el caso de los frisos del Partenón, cuando una obra de arte es irreemplazable para el país que la reivindica, los expertos estiman que podría crearse un sistema de convención entre ambos Estados. "El Partenón es la fuente misma del espíritu griego. ¿Es posible admitir que una parte de ese espíritu permanezca en el Museo Británico?", observa Jean-Paul Chazal.

Los responsables de museos occidentales, sin embargo, no ocultan su hostilidad a esa teoría. La mayoría de esos expertos considera que ciertos objetos fundamentales para la cultura universal están mucho menos protegidos cuando son restituidos a sus países de origen. "Con frecuencia, esos mismos objetos reaparecen en el mercado o se degradan irremediablemente por falta de condiciones adecuadas de conservación", señala Germain Viatte, director de la Museología del Museo de Artes Primeras del Quai Branly, de París.

Para esos especialistas occidentales, las grandes obras de arte pertenecen sobre todo a la cultura universal y tienen su propia historia, que incluye las guerras que provocaron su emigración y los pillajes que padecieron. Esto forma parte, insisten, del devenir de la humanidad.

"La apropiación de obras de arte -producto de botines de guerra, violencia y pillajes- alimentó siempre la creencia de que el arte de las generaciones precedentes o de países remotos fertilizará el arte de la propia sociedad. ¿Acaso el arte griego no fue trasladado a Italia por los romanos que se inspiraron de él?", señala Jean-Paul Desroches. "Esa constatación no pretende justificar el robo o la expoliación. Pero es necesario aceptar esta ley de la humanidad. La cuestión que se plantea a través de la mayoría de las exigencias de restitución -concluye- consiste en determinar si es posible reconstruir totalmente la historia".

© LA NACION


viernes, 22 de enero de 2010

El "peligro" judío

Buen día:
leí un texto fabuloso de Forn que les paso para que disfruten, piensen y difundan.Aquí vaCONTRATAPA

La mentira que se resiste a morir

Por Juan Forn

Hay dos libros que nunca faltan en los kioscos de revistas del subte porteño y que hacen que uno repare de golpe en el aire viciado que se respira ahí abajo: uno es Mi lucha, el otro es Los Protocolos de los Sabios de Sión. Esta semana tuve que ir a Buenos Aires a ayudar a mi madre con unos trámites y, en uno de mis traslados subterráneos por la ciudad, purgué el malhumor encarando a uno de esos kiosqueros para preguntarle si todavía quedaban imbéciles que compraban esos libros. Parece que sí, especialmente los Protocolos: “Será porque es más cortito, y sale más barato”, me contestó el kiosquero sin que se le moviese un pelo. También podría haber citado al epónimo autor de Mi lucha, quien escribió en su epónimo libro: “El hecho de que se insista tanto en probar la falsedad de Los Protocolos de los Sabios de Sión es prueba incuestionable de su autenticidad”. Notable razonamiento, teniendo en cuenta que, cuando Hitler leyó los Protocolos, ya estaba completamente demostrado su origen espurio. Pero ésa es, según la jurista Hadassa Ben-Itto (quien dejó su puesto en la Corte Suprema israelí a los setenta años para dedicarse a escribir el libro definitivo sobre el tema), la característica emblemática de los Protocolos: son “la mentira que se resiste a morir”.

La primera noticia de los Protocolos data de 1903, cuando aparece por entregas en un periódico ruso llamado La Bandera. Pero la versión que ha perdurado, traducida a casi todos los idiomas de Occidente, se debe a un santón llamado Serguei Alexandrovich Nilus, que aspiraba a convertirse en el sucesor de Rasputín. Nilus incluye los Protocolos como apéndice de su libro El Advenimiento del Anticristo y el Dominio de Satán en la Tierra. Allí anuncia que han llegado hasta sus manos las actas de un plan secreto para dominar al mundo, “urdido por los jefes del pueblo judío durante los siglos de su dispersión y presentado por Theodor Hertzl al Congreso Sionista reunido por él en Basilea en 1897”. El zar Nicolás queda tan impresionado con la manera en que Nilus revela quiénes “manejan los hilos del mal en el mundo”, que ordena que se lean fragmentos de los Protocolos en los oficios religiosos de las 368 iglesias de Moscú. Pero es otro el motivo que potenciará su difusión: un ejemplar del libro de Nilus es el único volumen que la zarina Alexandra pudo poner a salvo antes de ser ejecutada por los bolcheviques. Presintiendo su inevitable fin, la zarina dibujó en su cubierta el símbolo de la gracia divina (una cruz gamada, más conocida como esvástica) y partió a enfrentar su destino.

Así fue como los Protocolos se convirtieron en el libro de cabecera del Ejército Blanco: una edición popular, con la cruz gamada en la cubierta, se repartió entre la tropa y se leía cada noche en voz alta en todos sus campamentos. Los nobles rusos en el exilio colaboraron a su manera: realizaron también ellos su propia edición, una en Berlín y otra en París, pero traducida al alemán y al francés, y la distribuían a manera de propina entre taxistas, botones de hotel y camareros. Europa necesitaba saber que la revolución bolchevique era un paso más de la conjura judía por conquistar el mundo. Así llegamos al año 1921, momento en que Alfred Rosenberg introduce a Hitler en la lectura de los Protocolos, mientras que, desde Londres, The Times revela al mundo que los Protocolos son un burdo plagio de un panfleto antimonárquico francés llamado Diálogo en el Infierno entre Maquiavelo y Montesquieu, escrito por un tal Maurice Joly en 1864 desde su exilio en Suiza. Originales de ambos en posesión del Museo Británico demuestran inequívocamente que el texto ruso repite casi al pie de la letra la argumentación del original francés, pero adjudicando a los judíos los argumentos con que Maquiavelo demostraba a Montesquieu por qué el mal vencería siempre al bien.

El Times debía la revelación a su corresponsal en Estambul, Phillip Graves, quien a su vez la había recibido de un ex miembro de la Ojrana (la policía secreta zarista), devenido oficial del Ejército Blanco y varado en Turquía luego de la desbandada de las tropas fieles al zar. A través de este informante irrumpe en escena el verdadero artífice de los Protocolos de los Sabios de Sión: el temible Piotr Ivanovich Rachkovsky. Cuenta Danilo Kis en un extraordinario relato sobre los Protocolos, incluido en su Enciclopedia de los Muertos, que Rachkovsky había desarrollado desde sus días de estudiante un auténtico don para los anónimos injuriantes, que le ganó un lugar entre los conspiradores nihilistas de Petersburgo. Apresado por la policía zarista, no tuvo empacho en entregar a sus compañeros a cambio de un puesto en la filial de la Ojrana en París. En 1895 logró coronar su carrera con el puesto de jefe de la Policía Secreta Imperial en el Exterior, al desbaratar una organización clandestina que fabricaba bombas en un taller de los suburbios de París. Sesenta y tres terroristas fueron expulsados de Francia y enviados a Siberia por esa causa. Los deportados llevaban años bajo tierra cuando se supo que aquel taller estaba alquilado a nombre de Rachkovsky y que gran parte de los atentados anarquistas realizados por esos años en París habían sido ordenados por él, “para arrastrar a Francia hacia la duda y estimular una alianza santa de Europa con el zar en la lucha contra el judío”.

Poco después, cuando cayó en sus manos un ejemplar del librito de Joly y sus informantes le avisaron que Hertzl organizaba el primer congreso sionista en Basilea, Rachkovsky fraguó los Protocolos y se los envió anónimamente a Nilus a Rusia. El resto es historia. Aquella obra maestra de la calumnia se extendió por el mundo a la velocidad de las plagas. Para cuando Hitler llegó al poder, en 1933, la editorial alemana Der Hammer celebraba con un cóctel la venta del ejemplar número doscientos mil de los Protocolos. Su traducción al inglés alcanzó los cien mil ejemplares en 1925, gracias al apoyo público que le dio Henry Ford con su libro El judío internacional. Cifra similar alcanzó la traducción italiana realizada por Preziosi y también la francesa, apadrinada con un prólogo de monseñor Junius titulado “Quién horada los cimientos de la humanidad” (de esa versión francesa proviene la primera traducción a nuestro idioma).

Vale la pena señalar que la explosión internacional de los Protocolos no ocurrió antes sino después de que el Times hiciera público su origen espurio y que se hubieran publicado tres libros puntillosamente documentados confirmando esa revelación (Los Protocolos Falsificados de Sión, de Simon Wolf, La Historia de una Mentira, de Herman Bernstein y Los Protocolos Críticamente Iluminados, de Benjamin Segel). Pero, como dijo la venerable Hadassa Ben-Itto cuando publicó su titánico trabajo, luego de cumplir ochenta años: “Quizás equivocamos el camino, y hubiera sido más eficaz revelar la falsedad de los Protocolos a través de los pasquines de la época, anónimamente. Es triste reconocerlo, pero el antídoto contra ciertos venenos sólo puede obtenerse del veneno mismo”.

jueves, 21 de enero de 2010

Miep Gies - los Frank

Hola:

Un nuevo recuerdo del Holocausto se hace necesario pero, esta vez desde el heroísmo. Les quiero hablar de uno de los angeles de los Frank, una mujer recientemente fallecida al cabo de cien hermosos años de vidahttp://www.youtube.com/watch?v=FH4HaW1j7nY&NR=1 vayan y aplaudan una memoria valiosa, en el filme Escritores de la libertad la pueden ver vinculada a una experiencia pedagógica de fuste.Gracias

Alice

libertad de expresion , de prensa , censura...

Hola cibernautas:

yendo a cpj.org tendrán información sobre el estado de la prensa y la censura en el mundo, las notas desde Haití hasta China o Cuba o Venezula y los mapas y gráficos pueden serles valiosos al tratar sobre estos temas. Chau
Alice

miércoles, 20 de enero de 2010

Campañas militares

Queridos cibernautas:
Vamos a un grande entre los personajes de la Historia, cuando eramos jovencitas decíamos que era uno de los mejores partidos de la Historia -él y Carlos V- hay que ver lo que sueñan 17 años. Consigamos un video para los chicos ,poniéndonos , al menos un poco serios. En YouTube hay varios que nos pueden servir.

¿Cuáles fueron sus campañas?
¿Qué mundos pusieron en contacto y enfrentaron?
¿Qué sentido tiene ese efímero imperio?
¿Qué consecuencias culturales produjo?
¿Qué ocurrió con los diadocos?

Seleccionen el video que más les convenga con o sin música de Vangelis y trabajen a partir de ellos. Chau, buena suerte Alice

martes, 19 de enero de 2010

Discapacidad

Queridos amigos:

desde hace años trabajando discriminación, empleo el rock y la lucidez de muchos de sus representantes recomiendo "Mundo alas" y toda la inmensa labor de Gieco que aparece en su página y , en la página de Manu Chao (manuchao.net) se puede trabajar sobre la Colifata. En estos días hay notas sobre Haití y tomas de posición muy claras sobre política internacional.Es bueno compartirlas con los chicos. Chau Un beso Alice

martes, 5 de enero de 2010

Coleccionismo Perverso

Amigos:
el cartel fue restituído pero, ahora se sabe que actuaron delincuentes comunes tras los que estaba un grupo de extrema derecha sueco y, finalmente un millonario británico simpatizante con el nazismo, el que directamente ofreció dinero por el cartel. El grupo sueco quería obtener así fondos para financiar sus atentados. El coleccionismo perverso afecta el patrimonio de la humanidad y es un delito reprobable, que esperamos sea punido debidamente. Los saluda Alice